jueves, 20 de enero de 2011

El Bargueño

Recién acabo de leer esta novela: "El Bargueño" y me ha impactado, ¿porqué? Se sale de los parámetros a los que estoy acostumbrada, ¿a qué me refiero? Por lo general inicio a leer una novela y conforme la leo, puedo alcanzar a vislumbrar el final, sea feliz o no y por lo tanto, a la mitad de la novela, me brinco al final para corroborar si lo que he pensado está correcto o no; pero en esta novela ¡me falló!, ja,ja,ja. Es más, de tal manera me atrapó, que no pude irme al final porque iba cambiando en cada capítulo la trama. Quizá a otra persona no le parezca tanto así, pero me mantuvo al pendiente de ir capítulo por capítulo. ¿Qué fue lo que me dió? Todos de alguna manera somos enriquecidos con lo que se cruza en nuestra vida, sean personas o libros. Repito: ¿qué me dio a mí? Algo muy importante para mi persona: ¡Palabras!
Palabras para poder expresarme y decir lo que tengo dentro. Explico: Siempre he pensado que todos necesitamos una segunda oportunidad, algo que narra la novela, y no lo hace desde un principio, sino como un cierre de oro a la narración. Y como por diversas situaciones de mi existencia, en todos estos veinte años de mi vida, he andado a la búsqueda de palabras para poder expresarme. Y buscando de qué manera poder explicarles a mis alumnas adolescentes sobre la conversión en Cristo y el testimonio que damos y además, poder decirles la diferencia entre 1 Juan 1:7 y 1 Juan 1:9 (perdón judicial y perdón paternal) y poder darles la esperanza de una segunda oportunidad, al terminar de leer esta novela de Keila, a más de que en muchas partes de la narración ¡lloré!, ¡Vaya! ¿será que ya estoy viejita? Creo que más bien es que la autora nos hace vivir las situaciones humanas, de manera tan personal a cada lector, que nos hace llorar, así que puedo decir: ¡hallé las palabras para expresar sobre la segunda oportunidad que Dios siempre nos ofrece!
Es tan triste observar el cuerpo inerte porque el imperio de la muerte reina sobre él en un suicida, que siempre me preguntaba: ¿habrá obtenido alguna segunda oportunidad? ¿No encontró a alguien que le tendiera la mano y le dijera que hay esta esperanza? ¡Sigh! ¡Cuántas tristezas y desesperanzas, además de confusiones hay alrededor de un suicida. Olvidamos que hay siempre una segunda oportunidad. Por eso me conmovió muchísimo esta novela, ¡que no habla de suicidas!, pero nos hace ver la facilidad en que podemos perder el rumbo de nuestra vida. No seamos egoístas, y miremos alrededor, siempre habrá alguien junto a nosotros que estará esperando una sonrisa que le caliente el alma, o una mano amiga que le levante el ánimo y pueda vislumbrar que siempre hay una segunda oportunidad, pero sobre todo, hay un Dios que le está esperando con los brazos abiertos tal como lo hizo en la cruz para expiar nuestro pecado. Ya no tenemos que cargar con esas culpas porque ya no nos pertenecen, Él las llevó sobre el madero, pagó con sangre el precio que se pedía por nosotros. ¿Queremos algo más? ¡Dios me ama! Y tanto, que como dice Isaías 53: 4,5: "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados."
¡He aquí nuestra segunda oportunidad que nos dará VIDA ETERNA!

sábado, 8 de enero de 2011

¡Feliz cumpleaños, Rafa!

Este manantial ha decidido cambiar el giro de sus aguas, pero ante el cumpleaños de tan magnífico amigo como lo es nuestro españolísimo Rafa, no podemos más que detenernos y tomarnos una rebanada de pastel en su honor y en unión de su esposa y sus hijos hasta allá en Roquetas, decirle:
¡Feliz cumpleaños, Rafa!
Que el Señor continúe bendiciendo tu vida y te conceda una larga vida libre de enfermedades y haya prosperidad. Y ahora, formémonos para felicitar a Rafa y darle un abrazo afectuoso, compartiendo la rebanada de pastel (el pastel de Mario Bross no entró en el manantial, ¡ups!) pero sé que Rafa se goza con nosotros al compartir con él nuestro afecto, porque seguramente que ya Lulú le ha preparado un rico pastel para degustar en unión de Rafita y Alex y todos sus amigos ajedrecistas y también con los que no lo son.
Hasta el próximo post.

sábado, 1 de enero de 2011

¡Baste a cada día su propio afán!

El día de ayer, estando en la última reunión del 2010, en la congregación en donde nos reunimos, escuché una reflexión de un ex-alumno de la Escuela Dominical, que ahora, su crecimiento espiritual y físico también ha sido tan obvio, que además de que está recién casado, es maestro de la Escuela Dominical. Su reflexión consistió en decirnos que a él le parecían todos los días iguales. Que nosotros somos los que le ponemos esa "esencia" a cada día y también la importancia. A él le parecía, que cada día los debíamos tomar como especiales. Me llevé esto en mi mente y estuve pensando que realmente esto es así. En realidad somos nosotros los que le ponemos eso de "especial" a ciertos días, porque para Dios el tiempo no existe. Y no está mal recordar ciertas cosas, pero no para tenerlas como algo inflexible o que no se puedan tocar, sino para recordar de donde hemos sido rescatados, como cuando aceptamos a Cristo -esto como un ejemplo- Tampoco es malo recordar el día en que decidimos obedecer a Cristo en el bautismo. Ni es malo recordar cuando un año más acaba de pasar por nuestro cuerpo ¡sigh!(suspiro). Quizá habemos algunos que ya no querramos recordar esto, je,je ;) pero las dolencias y ciertas cositas que ya no nos funcionan como un carrito viejo, nos hace recordar que ya no tenemos 20 años. El recordar ciertas cosas, nos debe hacer que traigamos al corazón sabiduría y que el amor por el Señor crezca más y más cada día. Debemos de evitar recordar esas cosas que traen amargura a el alma y que provoca que nuestro organismo se llene de cosas inútiles como lo es la amargura, el enojo, el odio y todas esas cosas que son productos de la carne. Entonces...¿qué debo de recordar?...¡QUE DEBO DE TENER PREPARADA MI MALETA! ¿Qué significa esto? Si me pongo a pensar, nada me puedo llevar a la eternidad y me refiero a cosas materiales como dinero, joyas, bienes raíces, autos, títulos, ropas, etc,etc, pero si debo de preparar mi maleta, ¿qué pondré en ella?: El amor a mi Señor; mis oraciones con él; el tiempo que le serví, siendo yo su siervo, o sea que, no buscando lo mío propio, sino que en todo tiempo buscara que su nombre recibiera la alabanza merecida. ¡Eso es lo que voy a empaquetar! Y tengo que hacerlo...¡YA! ¿porqué? Quizá mañana no esté más. Pudiera suceder que ustedes vean que no cambio de post, que pasa el tiempo y no saco ningún otro post. Quizá una alma compasiva -como decimos por acá por México- se encargue de colocar un último post, enterando a todos los que vengan al manantial, diciéndoles que la encargada, ya nunca más podrá escribir un post porque ya no más es sobre esta tierra. Es por eso, que he decidido este año y todos los que el Señor me dé, ¡SEGUIR PREPARANDO MI MALETA! Llenarla de amor, no de odio, de su servicio y oraciones. Y hacerlo pensando que en todo, Él debe de brillar. ¿Para qué? ¡para que no se queme nada de mis obras y le pueda ofrecer algo a mi Dios, Salvador, y Dueño. No quiero llorar amargamente y alejarme avergonzada. ¡Quiero ofrecerle algo! Nunca hago decisiones de este tipo al cambio de año.Y ya desde tiempo atrás, esta era una de mis decisiones, pero avergonzada lo digo, frecuentemente lo olvido y me dejo llevar facilmente por la autocompasión (esta ha sido una de mis mayores luchas). ¿Cuál es tu lucha? ¿Qué es lo que no te deja preparar bien tu maleta? El Señor está pronto a venir, "...despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante..." (por lo general no pongo la cita de los textos, pero estoy pensando que quizá es mejor que lo haga, quizá si ustedes lean directamente de la misma Palabra del Señor, y el Espíritu Santo les muestre algo mejor adecuado a su necesidad personal porque Él es Dios).
¡Ups! me olvidaba, busquen en Hebreos 12: 1,2.
¡Felicidades para todos y baste a cada día su propio afán!