domingo, 26 de agosto de 2007

Y TÚ ... ¿QUÉ HARÍAS?



Hace algún tiempo, mi hijo mayor me preguntó: "Mamá, si el Señor Jesús te dijera que debes elegir un canto para cantárselo toda la eternidad ¿qué le cantarías?".

Esto me puso a pensar, y no pude contestar de inmediato, pero después, vino a mi memoria un canto que ¡me encanta! y entonamos durante la Cena del Señor en nuestra congregación, y le dije: "Ya lo tengo hijo".
Y a continuación lo quiero escribir :

"Sé que quisiste mi alma salvar,

¿Qué, dime, qué viste en mí?

Para tu vida así entregar,

¿Qué, dime, qué viste en mí?

Mi maldición te ofreciste a llevar

Y mi condena pagar;

Sólo soy barro inútil y vil,

¿Qué dime, viste en mí?


Sé que llamaste a mi puerta, Señor;

¿Qué, dime, viste en mí?

Sé que insististe aunque dije que no,

¿Qué, dime, que viste en mí?

Mi ignorancia supiste olvidar,

mi ingratitud, perdonar;

Sólo soy barro inútil y vil,

¿Qué, dime, viste en mí?


Sé que me buscas cual tu embajador,

¿Qué, dime, qué viste en mí?

Quieres que porte tu imagen, Señor,

¿Qué, dime, que viste en mí?

No ha de ser la corona, Señor,

Te serviré por amor.

Sólo soy barro inútil y vil,

¿Qué, dime, viste en mí?


Ahora, la pregunta la dirijo a ti: ¿Qué le cantarías tú toda la eternidad a nuestro Señor y Salvador?

lunes, 20 de agosto de 2007

"El hombre que escogí para amar"


- A Rudy -


Suena a risa, pero así es.

Todavía recuerdo aquella tarde otoñal

cuando le contemplé por primera vez.

Miré sus amplias espaldas.

Sus manos fuertes y firmes.

Su trato amable y hasta delicado;

su hablar cantado, su sonrisa fugaz.

Nada en él era arrebatador,

todo en él era calmado.

Nada que levantara nubes de pasión,

pero si un amor apacible, sosegado.

¡Vaya! me dije,

¡creo que he encontrado lo que buscaba!

Alguien en quien puedo confiar.

Alguien que el Señor me está dando,

y que nunca me va a rechazar.

Creo que por fin tengo

un compañero afable para compartir

el rudo camino de la vida

y juntos con Cristo siempre vivir.


Y ahora...al mirar las arrugas en su cara,

su cabeza con canas al igual que yo.

Al mirar su porte varonil ya decaído,

digo así al Señor:

¡Gracias por su amor compartido!

¡Gracias por las desdichas sin fin!

Por los hijos que tuvimos.

Por los triunfos en ti.


No sé hasta cuándo,

nos permita gozar así;

pero una cosa sí estoy segura:

Que por ti y en ti,

Este es el hombre que escogí para amar

y que siempre he amado.

¡Y me lo mandaste tú!

viernes, 17 de agosto de 2007

Carta a un alumno.


Mi querido Jorge:

Te pongo así, para salvaguardar tu identidad.

Tiene días que he querido escribirte estas líneas. Sé que no ha sido fácil para ti todos estos días que has vivido.
También conozco todo lo acontecido en este tiempo.
Tal pareciera que fue ayer, cuando llegaste a mi clase de Escuela Dominical, con tu aspecto desvalido, pero decidido a aprender más del Señor Jesucristo. También recuerdo cuando con un dejo de ansiedad en tu rostro, llegaste ante mi y me dijiste: "maestra, quiero aceptar a Cristo como mi Salvador". Todavía recuerdo la gran alegría que sentí, estos han sido privilegios que me has permitido vivir y compartir contigo.
Ahora, quiero yo impartirte algunas cosas como tu maestra que fui y me sigo considerando de ti.

Hay actitudes, que ante la gente que no conoce a Cristo, son muy correctas, pero no será así entre los que le amamos y servimos. Siempre nuestra guía debe ser su Palabra, la Santa Biblia.
Por ejemplo, la Biblia, claramente nos dice en Efesios 4:26: "airaos, pero no pequeís" y continúa: "no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo."
Conozco la situación de tus hechos, y alabo el que hayas defendido a tu hermana, pero, ¡ay, esos peros!, me parece que hubiese sido posible tomar otra actitud, pero el enemigo te tomó por sorpresa y quisiste actuar cual si fueras del reino de Satán.
Recuerda, ya no es más así en nosotros. Sé que te has arrepentido por ese tipo de actuación, y el propósito de esta carta no es recordarte algo que ya sabes, sino instarte a que prosigas y soportes la disciplina, que al presente no es causa de gozo.
Ahorita me viene a la memoria una anécdota relatada de don Eglón Harris allá por los años de 18... ¡sigh! (suspiro) perdido en los recuerdos del tiempo, cuando tuvo que poner en disciplina a un hermano muy querido por él, le dijo: "ahora, verdaderamente vas a demostrar, cuánto el Señor lo es todo para ti. Si verdaderamente eres hijo de él, no debes de faltar a la Cena del Señor, aunque no la puedas tomar por causa de tu disciplina, pero soporta y no faltes a las reuniones. Sé fiel."
Creo, mi querido Jorge, que estas palabras, son también para ti, yo te las transmito después de más de 100 años de haberse dicho, porque son una gran verdad.
Lleva el yugo del Señor, porque es ligero. Y te mando uno de mis textos favoritos:
"Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan." Isaías 58:11
Y recuerda, mi querido alumno, tal cual Pedro:
"...y tú,una vez vuelto, confirma a tus hermanos." Lucas 22: 32
Con cariño:
Tu maestra