Cuando llegó la primera gata -su sexo fue escogido por lo que había leído Alex acerca de estos animalitos- recibió el nombre de "Arlene" y el encargado de todas sus necesidades fue Alex, así que a él le tocó el privilegio de decidir el nombre, aunque hubo concenso para el nombre, él fue el que lo decidió. Al llegar la segunda gata, -diez años después- la encargada de todo con respecto a ella fue Raquel y recibió el nombre de "Susú" (las proposiciones de los nombres eran exclusivas de los hijos y la decisión final, de quien fuera a encargarse del animalito) y de nuevo han pasado otros diez años...¡qué barbaridad, qué rápido pasa el tiempo! Pues sí, regreso al momento cumbre de este relato.
Llovía a cántaros en esa noche, preludio al día del padre y desde la madrugada, Raquel escuchaba un maullido que después, cesó, para volver de nuevo estando ya ausente Ana Isabel, que estaba esperando su turno para tener a su gatita. ¿Qué pasó? Que un animalito todo mojado, fue recibido por Raquel en brazos, y al preguntarme, yo le dije: "ustedes se hacen cargo de esa gatita y de tu papi, ¡a mí no me digan nada!".
Ja,ja,ja,ja, me imaginaba la cara que iba a poner mi esposo al regresar de su viaje y encontrar que ya había un nuevo miembro en la familia. Raquel le habló a la hermana para saber si la aceptaba o de nuevo iba a la calle la gatita, y como la gatita llenaba los requisitos que Ana quería: amarilla con rayas blancas, y los ojos de color amielados-verdosos, ¡se quedó! ¡exactamente llenaba los requisitos que Ana había esperado por tanto tiempo! De inmediato fue bañada ¡y no maulló!, cosa que me sorprendió en un gato, creo que estaba hambrienta de cariño esa gatita. Las ordenes de la que iba a ser la encargada de ella, fueron dadas por teléfono -Ana estaba en un curso- y después del baño y de comer, fue llevada al Veterinario para recibir sus primeras vacunas y la desparasitaran. Así que cuando Ana llegó, ¡ay! parecía, como dice mi mamá: "una vaca que ha dejado a su becerrito", ja,ja,ja, llegó buscando a ¡Patatas! ¡este es el nombre del nuevo miembro! Pero yo a quien esperaba era a mi esposo y su reacción, porque había dicho que no quería otro gato hasta que Susú falleciera, ¡sigh!
Al ver la alegría de mi hija con su gata y al mirar que esa gata se dejaba tomar en brazos y acariciar, pensé: "¡mamma mía! la que se va a armar si mi esposo no quiere a la gata". Yo ya amaba a la gatita. Era tan cariñosa. Que cuando mi esposo llegó, mientras veníamos en el coche, traté de darle los pormenores y creo que él desde antes de llegar a casa ¡ya había aceptado a la Patatas! al saber a través de mí, la alegría que le había dado a la hija, que en cuanto llegó su papi, inmediatamente se la presentó y le enseñó el montón de fotos que ya le había tomado a la gatita. ¡Ay!, dijo mi esposo: "No quiero imaginarme la cantidad de fotos que tendrás de tu primer hijo", pero ella veloz y acertadamente le contestó (con todo respeto): "igual que ustedes con Alex", ja,ja,ja,ja ¡muy cierto!
Bueno, Susú...¡muy celosa e imponiendo jerarquías! Ja,ja,ja, Patatas, aceptando tal cosa. Así es en el mundo de los animales. Y yo me pregunto: "Si en el fondo de nuestro corazón, sabemos que Dios existe y fuimos creados para ser para alabanza de su gloria, ¿porqué nos resistimos? ¡Caray! No puede ser posible que los animales nos den mayores lecciones acerca de lo que debemos de hacer, cuando después de que Dios nos recibió cuando estábamos peor que Papatas ¡sigh!
Quería decirles que ya tengo a alguien más a quien "apapachar" ¡y que sí se deja!, ja,ja,ja, porque Susú, decimos que es una gata...pero montés, por lo huraña que sigue siendo, je,je, sin embargo, ¡es la consentida de Raquel!, je,je. Y también me pongo a pensar y a orar, porque Ana, tiene sus decisiones muy firmes con respecto al que será su futuro compañero de la vida. No son requisitos físicos, sólo pide que tenga trabajo y que sea alto. O sea que chaparritos...¡abstenerse!, ja,ja,ja,ja.
Me río, porque cuando viene del Señor, todo lo que somos hace...¡clinch! y nos olvidamos de todo lo demás. Orar y esperar, Dios hará lo demás.
Un saludo afectuoso.