
Al escribir el título, hacía memoria: moría el año 1972 y sonaban las campanas, los cuetes, las sirenas de los barcos, la gente gritaba saludando al recién nacido 1973.
En la iglesia en la cual asistía cuando regresaba a las vacaciones de diciembre, se tenía por costumbre, recibir el año nuevo en oración, y recuerdo perfectamente que en esa ocasión, el hermano que hizo la oración final, nos pidió a toda la congregación, que nos pusiésemos de rodillas para orar y recibir así el año nuevo.
Yo lo hice sólo porque así me lo estaban pidiendo, pero me sentía vacía.El gozo que había inundado mi vida, dos años atrás, había quedado en el olvido. Yo me encontraba entre mis dos hermanos, estaban orando fervientemente. Veía sus labios moverse y yo...¡sólo me entretenía mirando a los demás!, arrodillados al igual que yo. Estaba así en ese vacío espiritual, cuando escuché una voz que me dijo: "este año te vas a morir".Recuerdo que abrí mucho los ojos y miré a mis hermanos que estaban orando, pensando que algunos de ellos me estaba jugando alguna broma. Pero no habían sido ellos, y estando en esa situación, volví a escuchar la misma sentencia. Ya para estas alturas, el llanto estaba llegando a mis ojos y dije al percatarme que era Dios mismo el que me estaba hablando: "No Señor, dame un año más, ¡por favor Señor!" y añadí: "no he hecho nada, ¿cómo me voy a presentar delante de ti ¡con las manos vacías!? ¡sólo dame un año más!. Y recuerdo muy claramente haber escuchado otra voz dulce (que enseguida la identifiqué con la de mi Señor Jesús) decir: ¡dale la oportunidad, yo la podaré y cuidaré, y si en un año no da fruto, ¡llévatela!.
Al escuchar ésto, dije: "sí, escuchálo por favor", y la otra voz contestó: "está bien, sólo tienes de oportunidad un año ¡y te vas conmigo!.
Luego recapacité y dije: "pero ¿qué haré?, no me da vergüenza ante ti decirlo Padre, pero ni siquiera conozco mis dones ni para lo que sirvo, ¡nunca he hecho nada!" y el Señor puso en mi mente un texto de Eclesiastés 9:10 : "Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas..." y entonces dije: "Señor, tú sabes que no sé hacer nada, así que todo lo que yo escuche que se trate de servir, me voy a ofrecer a hacerlo, aunque no sepa, tú me tienes que ayudar". Y así quedó sellado el pacto.
No pasó mucho tiempo, y a los pocos días, el penúltimo día para regresar a mis estudios en la capital, llegaron un grupo de chicas de Operación Movilización a la congregación y como era reunión de oración, pidieron ayuda para que el Señor les proveyera de una muchacha que diera clases a unos niños en la capital, cuyas madres eran recién convertidas y necesitaban darles clases de la Biblia a las señoras. Así que inmediatamente yo dije: "ahí está mi primera oportunidad, yo me voy a ofrecer".
Al terminar la reunión, inmediatamente fui con ellas y me ofrecí a ser la maestra para esos niños. Recuerdo que me preguntaron: "¿has dado clases antes a niños?", la respuesta fue no, ¡obviamente! y me volvieron a preguntar: ¿jamás lo has hecho?, de nuevo la respuesta fue ¡no!, y cuando me preguntaron: ¿en qué colonia vives? y al decírselas, se pusieron a llorar y abrazándome, se pusieron a orar, agradeciendo al Señor por su respuesta.
Después supe, que ellas, secretamente, le habían pedido al Señor una chica pero que fuera de... ¡exactamente la colonia de donde yo vivía en México,D.F.!, ¡increíble pero cierto!
A partir de ahí, el Señor ha abierto muchos caminos para servirle. Me he vuelto osada, aunque muchísimas veces, he tenido mucho temor. He ido descubriendo mis dones, pian-pianito, -como yo digo-, y ahora sí, estoy esperando ya cuando Él me diga: ¡vámonos!.
Sé que no me iré, hasta que se acomplete mi año de oportunidad; mientras tanto, continúo trabajando, en todo lo que me viniere a la mano para hacer. Ese fue el pacto.
Me he gozado tanto con los niños al darles clases, como que fue lo primero que me mandó a hacer el Señor. Lo segundo que me mandó fue a evangelizar, ¡ay! ¡cómo sudé!. Pero preguntando cómo hacer y recordando el ejemplo de mi papá, con su rollo de folletos en el pantalón, yo también cargaba en mi bolsa mi Blibia y mis folletos ¡y a repartirlos!.
Trabajando con el grupo de chicas de O.M., después me quise ir de misionera, pero los planes del Señor fueron otros, pero ¡no hay problema!, aquí en mi vecindad, alrededor de mi local, y todos los que me demanden la razón de mi fe en mi Cristo, trato de decirles todo lo maravilloso que ha sido Él para mi vida. El Señor me ha dejado participar en muchas cosas para la alabanza de su gloria, pero siempre regreso a mi "primer amor", je,je, ¡clases con los párvulos!.
Tengo tantas anécdotas con ellos. Recuerdo de mis primeros alumnitos, esos niños de esas hermanas que les mencioné anteriormente, uno de ellos, Dany de 5 años, al estarles enseñando la Creación, yo llevaba figuras de franelógrafo que recién había comprado, y aparecía Adán con los animalitos, y cada vez que yo repetía: "pues Adán...bla,bla,bla", Dany decía: "ese no es Adán" y así se repitió el episodio, hasta que al escucharlo ya varias veces le dije: "si no es Adán, ¿quién es Dany?, y él dijo: "maestra, ¡ese es tarzán!, ja,ja,ja,ja.
Los niños son hermosos, y agradezco al Señor todas las oportunidades que me ha dado, de enseñarles, de llevarles a los pies de Cristo, ¡maravillosas oportunidades!
También me ha permitido darme cuenta de los horrores que he cometido, sí, escribí y leíste bien, porque más que errores, han sido ¡horrores!, pero sé que en su misericordia, me sigue puliendo y refinando cual oro.
Me ha dolido muchísimo cuando me ha tirado del caballo al igual que Saulo, aunque para nada me estoy comparando con él, ¡ojalá fuese un poquito semejante a él en su celo por el Señor! pero algo he aprendido, y es que en la última derribada que me dió, se me rompió el idolito que estaba tan secretamente guardado, que no tenía plenitud de conciencia que ahi se encontraba. Estaba cual la famosa Raquel, sentada y cubriendo los idolitos, ¡ay!
Cada derribada, el Señor la utilizaba para que fuésemos de bendición para otros; cosa que me molestó en un principio. Yo decía: ¿porqué tiene que hacernos sufrir a nosotros (primero con mi esposo y luego la familia en pleno) para que otros se sientan consolados?, pero, ¡qué inmadurez la mía!
Ahora puedo cantar el canto nacido de una de las tumbadas del caballo, je,je :
"Recurre a Él, no desesperes,
si en aflicciones te encuentras hoy.
No le preguntes, el porqué de sus acciones,
recuerda siempre, que Él te salvó."
Anhelo su venida en las nubes por su iglesia. No me pongo metas cada fin de año, sino que cada día, trato de caminarlo en Él, de aprender un poquito más. De gozarme con las amistades que me ha permitido tener. Por mis "cuatachas", por mis amigas, por mis "17 íntimas", ja,ja,ja,ja,por mis amigos bloggueros, por mi esposo, por mis hijos naturales y espirituales. Por toda la abundancia y por la escasés. Por todos mis hermanos en Cristo y porque quizá, me deje ser ¡por fin! misionera en algún lugar lejano, en donde se respeten las canas, ja,ja,ja,ja. Mientras tanto, trataré de seguir sirviéndoles en donde me ponga, en la medida de mis fuerzas, según el pacto que hicimos
Sirve al Señor, no esperes a que te derribe para que se destruyan tus idolitos que tienes guardados,je,je, mira que te lo está diciendo una chiquilla de ya casi 53 años. Oye consejo, antes de que lleguen los días en los cuales digas: "no tengo en ellos contentamiento" -porque te duelen los huesos con las reúmas, tienes gastritis acompañada de hernia hiatal, quizá llegues a tener hipertensión arterial o diabetes mellitus, je,je, no sé-, pero, cual dice ese hermoso canto:
"Da lo mejor al Maestro, tu juventud, tu vigor,
sea su amor tan sublime, el sello de cada acción."
Quizá tu año de oportunidad está llegando al final. El hilo de tu vida, pronto está por romperse. ¿Tienes algo que llevarle?
Recibe todo mi cariño.