Una de las cosas muy importantes para todos los que somos maestros de Escuela Dominical, es la tolerancia! A veces debido a esta intolerancia, que pierdo mi capacidad de poder sembrar en mis alumnos los valores eternos y lo que es peor, los alejo a ellos e incluso a toda la familia! Debemos ser muy cuidadosos en este aspecto y recordar que todos somos diferentes tanto en el aspecto físico como en el intelectual. El ser maestro es un don, el cual debemos de manejar con temor y temblor, porque hay vidas en mis manos que Dios ha depositado, para que como el sembrador, siembre la buena semilla. Y siento que "está de más" el decir que los dones son para edificación! Por lo tanto, todos esos niños -no importa la edad- deben ser para mí, joyas que pulir con mi enseñanza y almas a las cuales las debo dirigir a Cristo, ya que Él es el único camino y dador de Vida Eterna. Por lo tanto, debo poner en mi enseñanza todo mi amor y conocimiento corroborado y avalado por la Palabra de Dios! ¿Se me va a pedir cuentas de tal trabajo? SI!!!!! Así que ya que este es mi ministerio, poner todo mi empeño, guiado por el Único Dios Verdadero, y no por temor como dice esa maravillosa poesía de autor anónimo: "No me mueve mi Dios para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para sólo por eso dejar de temerte! Es hermosa esta poesía, y así debemos ejercer nuestro ministerio, sólo porque amamos a Cristo, aunque nada se nos dé. La satisfacción de ver niños y muchachos crecer en la paz y conocimiento de Cristo, siendo ejemplo para otros, debería ser nuestra finalidad. Ser sal y luz para que otros sientan la necesidad de disfrutar al Dios Verdadero!
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