viernes, 29 de abril de 2011

¡Día del Niño!

En México, el día 30 de abril, se tiene como tradición celebrar "El día del Niño" y quiero como un recuerdo de días que han pasado, colocar una foto de aquellos que en algún tiempo fueron niños y formaron parte de mi clase en la Escuela Dominical. Algunos los tuve desde que fueron párvulos. Otras, incluso -muy poquitas de las que aparecen en la foto- estuvieron conmigo desde la clase de Bebés (ahí en la foto veo a tres muchachitas) y a otros ya estando en clases más avanzadas como "Primarios" e "Intermedios". El camino de convivencia no ha sido fácil para ninguno de los dos bandos, ó sea, ellos y yo, ja,ja,ja,ja, porque cuando muchos de ellos entraron a la adolescencia...¡uf!, ¡qué tremendos se volvieron! al contrario de otros, que cuando llegaron a esa época, sus maestros nos convertimos en un lugar en donde ellos podían venir y tomar consejo y encontrar también consuelo, pero ahora, al paso del tiempo, las aguas se han aquietado, y ellos están muy contentos de haber sido mis alumnos y yo muy agradecida con el Señor de haber formado de alguna manera parte de sus vidas. Y tal como se los digo: "fui tu maestra y siempre lo seguiré siendo", ¿qué quiero decir con esto? Que cuando los vea cometer algún acto que no le agrade a Dios, les diré, con todo el cariño que como maestra siempre les he tenido. Y a ellos a su vez, les he pedido que hagan lo mismo conmigo. ¿Porqué pido esto? Porque todos podemos en algún momento de nuestra vida caer en un error, y siempre es bueno recibir la sana palabra de exhortación nacida de un corazón que nos ama. Claro que no son todos mis alumnos que he tenido a lo largo del tiempo en que Dios me ha permitido ser maestra de Escuela Dominical, sino una partecita de algunos. Me he gozado con ellos y ahora lo hago con sus hijos, y vaya para todos, un saludo cariñoso desde este manantial y nos sólo para ellos, sino para todos los que me visitan también.
En la parte de abajo de izquierda a derecha: Uriel; José Luis; Josué; Raquel.
De pie, de izquierda a derecha: Débora; Nayeli; Gaby; Bianca ; Isa; Liliana; Marina y Ana Isabel.
Hasta atrás de izquierda a derecha: Ángel; Hiram y Freddy.

martes, 12 de abril de 2011

...estoy puesto en estrecho...!

Algo que he observado, y es que hay muchos viudos. No sé si siempre fue así, pero en mi alrededor, hay más viudos que viudas. Hace ya muchos años atrás, recuerdo perfectamente que era todo lo contrario, pero ahora observo más viudos que viudas, así que por ese lado ¡me alegro! porque mi esposo y yo ya entramos al clásico: "Yo me quiero morir primero" y el otro contesta: "No, yo voy a ser primero", ja,ja,ja,ja, como si pudiésemos ambos cónyuges mandar en lo que el Señor ya ha determinado. En fin. Toda esta "introducción", es sólo para decirles, que el día de hoy fuimos a visitar a un viudo que antes asistía a la iglesia pero que ahora al fallecer su esposa, ha faltado un poco a las reuniones en la congregación por causa de sus piernas. A él lo fuimos a visitar y lo encontramos muy triste y melancólico porque extrañaba a su "viejita" con la que platicaba y le decía de sus dolemas principalmente. El problema no radica ahí, sino que lo están visitando ¡diariamente! los Testigos de Jehová, y empiezan a atacarle su creencias y su fe, y el pobre se aferra en su fe en Cristo. ¿Cual es el problema? La falta de visitadores en nuestra congregación. Cuánta falta hace que Dios levante un buen número de hermanos a que visiten, se preocupen por los enfermos, por los huérfanos y las viudas como menciona la Biblia, pero yo diré: viudos también, porque tal parece que se han cambiado las situaciones, por lo menos por el momento, aunque no tengo estadísticas como para aseverar tal cosa. Pero sí hace falta salir a las casas, las calles, hospitales, etc, para estar al tanto de lo que le pasa a mi prójimo y hermano y no sólo conformarme con verle en la iglesia, ó sólo decir: "estoy orando por él". ¡Hay que poner el amor en acción! Y cuánto lo necesitan especialmente los que han perdido a su cónyugue de toda una vida. Esto me trae a la memoria, la muerte de mi prima, que alcanzó a cumplir sus 50 años de casada, quince días antes de morir, ¡sigh! ¡dejando al viudo inconsolable! Por eso me vino a la mente los versículos que menciona Pablo en Filipenses 1: 21-24. Sinceramente que sí me gustaría estar ya con Cristo, pero cuando veo y hay tanto trabajo para hacer, pienso: "mejor me quedo", ¡ay! pero ¡quisiera ya estar con él! Como alguien que ya tiene cierta edad para no jugar, tengo que orar por los hermanos jóvenes para que decidan entregarse con mas pasión a las cosas del Señor y a su servicio, aunque no se vayan de misioneros fuera de su casa, pero urge hermanos que estén dispuestos a ¡sudar la camiseta! en el ambiente urbano en donde el Señor les ha puesto. ¿Dejaré de trabajar porque ya estoy "viejita" y me duele todo? ¡De ninguna manera! Lejos esté de mí ese pensamiento. Que siempre pueda decir como lo dijo mi Señor Jesús: "Mi Padre trabaja, yo también trabajo"
Que ese siempre sea nuestro pensar hasta que el Señor nos mande a llamar a su presencia.