martes, 15 de febrero de 2011

¡El último enemigo!

¡Ay! Este enemigo es mi peor enemigo. ¡Buuu, buuuu!, ¡pobre de mí! :( ja,ja,ja,ja, ya empecé mal el post, ¿verdad?
4.-La Conmiseración (Yo digo: Autocompasión).
Digno de lástima, miserable. Dic. Océano: Compasión que uno tiene del mal de uno mismo.
Cuando venimos a Cristo, todos venimos con un concepto equivocado de quienes somos, ya que nuestro carácter de seguro fue malformado, a raíz de que nuestros padres, nos educaron de acuerdo a sus conocimientos humanos, por lo que ellos mismos ignoraban quienes eran en realidad. Yo recuerdo que cuando era un niño, había oído decir que el proceso del ser humano era: nacer, crecer, multiplicarse y morir (eso está bien, pero como hijos de Dios, quedarse sólo ahí...¡ups!, ¡he ahí el problema!), y crecí con esa idea concebida en mi mente y no fue sino hasta muchos años después, cuando fui llevado en un proceso a través de la Biblia, comprendiendo tres cosas: a) ¿Quién era yo en Cristo Jesús? b) ¿Cuál era el propósito para mí aquí en la tierra? c) ¿Qué la muerte no era el fin, sino el principio de todo?
a).- ¿Quién era yo en Cristo Jesús? Siempre me consideré tan insignificante, ya que mis padres estaban tan cargados con sus propios problemas que no tuvieron tiempo para afirmar mí personalidad (el que escribe este artículo tuvo este problema que no por fuerza es realidad en la vida de todos, aunque sí había en mí, cosas por las cuales me sentía muy mal que no me gustaban: mi nariz y mi bocota, ja,ja,ja,ja, y quiero decirles que nunca me imaginé que iba a llegar el tiempo en que iba a agradecer a Dios por haberme hecho así, pero esto, amerita otro post, ¡he dicho!, je,je) Éxodo 19:5-6, 1ªPedro 2:9 En realidad ahora sé quién soy en Cristo Jesús.
Pero ahora no con Jesús, sino en Jesús, siempre habrá trabajo para mí, parte del propósito es, anunciar las virtudes de Cristo, sus maravillas, su poder, a través de mi diario vivir, anunciar el evangelio como embajadores de su reino, anunciar su muerte y resurrección.
b).-Mi propósito aquí en la tierra: ¿nacer, crecer, morir? Si mi vida careciera de propósito, como cuando estaba sin Jesús, pero ahora no con Jesús, sino en Jesús, siempre habrá trabajo para mí; parte del propósito es anunciar las virtudes de Cristo, sus maravillas, su poder a través de mi diario vivir; anunciar el evangelio como embajadores de su reino; anunciar su muerte y resurrección.
c).-Y que la muerte no era el fin, sino el principio de todo cuanto conozco que dice la Biblia en relación a los muertos en Cristo. Sabemos que lo que nos espera es la misma Gloria de Dios, que no hay palabras para describir lo que se nos narra en Apocalipsis, lo que nos espera al remanente, a la Iglesia del Cordero. Ahora sé que lo aprendido en mi niñez, había que añadirle más, que parte de la verdad es que mi vida podía ser llevada a través de un viaje celestial aquí en la tierra, el cual nunca había imaginado que pudiera existir para mí.
He podido darme cuenta de la destrucción que causa en el corazón de un ser humano la conmiseración, (eso de autocompadecerse...¡uy! no es nada bueno).
Hay dos formas de vivir la vida en el Señor: 1.-sintiendo lástima por nosotros mismos, lamiéndonos las heridas, llorando por la leche derramada, 2.-Sabiendo que tenemos un valor incalculable a través de la Sangre de Cristo, sangre derramada, con la cual fuimos comprados y limpiados de todo el pasado. 1 Juan 1:7
Quizás nosotros no hemos visto las visiones gloriosas como Pablo, pero eso es la Fe, la certeza, la convicción de lo que aun no hemos visto pero que está esperándonos para ese día.
No se han acabado los enemigos de los hijos de Dios, pero sí estos cuatro en específico. Con este post, terminan. Nos vemos en el que sigue.

miércoles, 9 de febrero de 2011

La Justificación.

3.-La Justificación
Hebreo, termino legal que significa absolver, declarar justo, demostrar ser justo o recto. Conocemos por justificación ese acto glorioso en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, a través del cual obtuvimos perdón de pecados, justificándonos así delante de nuestro Padre Celestial. Pero en este momento no hablaremos de este acto glorioso.
Diccionario.- Acción y efecto de justificar o justificarse. Pero qué tal si así, como la definición del diccionario estamos utilizando esa palabra, justificación, para defendernos a nosotros mismos, es decir, justificándonos por nuestros propios medios, ante cualquier situación difícil que se nos está presentando. Pregunto: ¿estás defendiéndote ante alguna acusación injusta que te hayan hecho o que te estén haciendo…? (¡ups! cuánto me sucede esto a mí, ¡sigh!) Job 9.20, Proverbios 1:5
Aunque no todas las personas que vienen a nuestra vida, para hacernos alguna corrección, tienen una buena intención, pero ese no es nuestro problema. Porque debemos de saber que todo, absolutamente todo, es permitido por nuestro Padre Celestial. A mí personalmente me ha sido difícil entender esto de parte de Dios, ya que cuando alguien ha venido para acusarme o señalarme algún defecto o área en mi vida, he estado listo para presentar defensa. Perdiéndome así la oportunidad de ser corregido o enseñado de parte de Dios. Se necesita tener valentía para escuchar, sugerencias, observaciones o aún acusaciones. Es de valientes poder callar y aprender. No es posible, que cuando dos o tres o hasta cuatro miembros de la familia se quejan de ti, puedas seguir argumentando que los demás son el problema, he ido comprendiendo que lo que hablo tiene que estar acorde con mí caminar como hijo de Dios. Solo sé, que si yo trato de defenderme por mis propios medios, sufriré mucho más de lo necesario, pero sobre todo, no aprenderé a reconocer que necesito ser transformado, para así poder llevar fruto para la Gloria de Dios. Todo hijo que decide estar a la defensiva, justificándose delante de las personas o delante de Dios, jamás avanzará, será como un hijo deforme, malcriado y maleducado. Imitemos a Jesús, el cordero de Dios, que no abrió su boca para defenderse por él mismo, sino que fue llevado al matadero en un silencio total, esperando la defensa de aquel que lo había prometido. Salmos 3:3
Nos veremos para el último enemigo de los hijos de Dios.

viernes, 4 de febrero de 2011

La Murmuración

Continúo con los "Cuatro enemigos de los hijos de Dios".(Y la que sigue es todo un...¡MONSTRUO!)
La Murmuración.- Significa: Difamador, difamar, dasacreditar a alguien propagando cosas sobre su buena fama. Poner una cosa en bajo concepto, es decir, que cuando el pueblo murmuraba contra Dios ó Moisés, estaban desacreditando su poder.
Pablo declara en Romanos 14:4: "¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?..." Además, cuando yo murmuro, soy un difamador, me convierto en una persona que denigra, es decir, desacredita la reputación de otro, propagando cosas sobre su buena fama, magnificando su mala fama. Un ejemplo de murmuración que siempre me ha impactado, es escuchar a madres juzgando a los hijos de otras. La epístola me enseña que quien murmura de su hermano, de la ley murmura. Preguntémonos: ¿quién hizo la ley? ¿acaso no es nuestro Padre Celestial el que nos la ha dado? Por lo tanto, a quien juzgamos es a nuestro Dios, cuando murmuramos, tomamos el papel de juez que sólo le pertenece a Él. Pablo una vez más nos enseña en 1 Co. 10: 10-12: "No murmuréis, como algunos de ellos murmuraron..."
Debemos de sincerarnos con nosotros mismos y tener conciencia que cuando murmuramos es porque la envidia nos carcome (Yo digo: ¡muy cierto!) y nos lleva al siguiente paso que es denigrar la buena fama de otro. Leer por favor...Números 17:5
¿Recuerdas cómo murmuró Coré y sus seguidores en contra de Moisés y Aarón, instando al pueblo contra Moisés? ¿qué pasó?, lo puedes leer en Números 16. Ellos se creyeron también dignos de comunicarse con Dios directamente; esto subió a oídos del Dios de Moisés, y el Señor les dijo que presentaran 12 varas, una de cada tribu, y las dejaran en el lugar santísimo Números 17
(Tengamos cuidado cuando murmuremos ¡uy! muy buenas lecciones nos da la Biblia.)
Nos faltan dos, por lo tanto, seguiremos...

martes, 1 de febrero de 2011

¡Cuatro enemigos de los hijos de Dios!

Este es un extracto, tomado y adaptado de Semillas de Vida. Me encantó y quiero compartirlo.
Hay cuatro enemigos para todo hijo de Dios: la queja, la murmuración, la justificación y la conmiseración. Y como siempre, abriré unos paréntesis para opinar, ya saben que me gusta hacerlo, je,je, ;) y después de haber hecho esta aclaración, les diré sobre estos enemigos que están arriba mencionados: ¿acaso no alguno de nosotros como hijos de Dios ¿no los hemos sentido o hecho? A veces ha sido uno sólo y en ocasiones...¡los cuatro al mismo tiempo! ¡ups!
Este compartimiento fue parte de lo que llevó al pueblo de Israel a vagar y morir en el desierto, y que de igual manera, hoy la iglesia está perdiéndose de tantas bendiciones a raíz de los mismos enemigos de nuestra alma (¡no le echen toda la culpa al diablo, ja,ja,ja) y no sólo eso, sino que a causa de esas áreas en sus vidas, viven en derrota. (¡Ay! )
1.- LA QUEJA.- Expresión de dolor, pena ó resentimiento, desacuerdo. Significa: Obstinación. Al salir de Egipto, en el camino, cuando María y Aarón se quejaron de su hermano Moisés, a María, no sólo le brotó lepra a causa de haber murmurado de su hermano, sino que el pueblo se detuvo por siete días, esperando su recuperación (y pienso yo: ¿cuántos se habrán quejado de que por causa de María estaban detenidos?, ja,ja,ja, ¡qué cosas! pero esto no lo dice la Biblia, son cosas que yo pienso... ó divago como dice Keila, mi escritora favorita)
De la misma manera, cuando nosotros vivimos en nuestros hogares, quejándonos de todo y de nada, el ambiente entre la familia no puede ser de victoria, no puede ser de avance, sino más bien de estancamiento. Números 11:1
¿Quién quiere estar cerca de una persona que continuamente está quejándose? Ni siquiera Dios, pues la queja hace que se cierren sus oídos. (Esta es una señal roja de alerta para nosotras las mamis, que nuestro esposo y nuestros hijos no salgan huyendo de nuestro hogar y que tampoco quieran regresar a él ¡uy!)
1° Samuel 2:7. Nos recuerda que Dios empobrece, y él enriquece, abate y enaltece, Él mata y da vida. Es urgente reconocer que nuestro problema no es con las personas o con las circunstancias, nuestro asunto es con Dios, jamás con los que nos rodean. Entonces...¿yo no puedo ni debo quejarme? Claro que sí, podemos hacerlo, pero el punto es adónde y con quién lo estamos haciendo, de qué me sirve a mí. El secreto para hacer cesar toda queja, es no ver lo que no tenemos, sino dar gracias a Dios por lo que sí tenemos, y cuando el Señor ve esa gratitud fluyendo de nuestro corazón, las bendiciones se derraman para darnos a cada uno según nuestras necesidades. Seamos sabios, hagamos cesar toda queja de nuestra boca y por lo tanto del corazón.
Después seguiré...